Rodéame la indiferencia y
persisto;
brisas glaciales se ciernen
sobre mi cabeza y persisto;
acaso la perseverancia de un
apostolado que se desecha por inútil
será la sola memoria que dejaré
a mi patria
Juana Paula Manso
Hay personas que sientan y siembran las ideas. Cavan en el duro terruño de la tradición, remueven su fondo e injertan las semillas de
la civilización, la igualdad y libertad. En tiempos donde era un dogma que la
mujer debía ser sumisa, estar bajo la autoridad del padre primero y del marido después,
Juana Manso (1819 - 1875) hace retumbar los cimientos coloniales que aún sostenían la
cultura de la Argentina independiente.
Educadora, escritora, traductora, periodista,
maestra y precursora del feminismo en Argentina, Uruguay y Brasil. Su vida
atravesó el período en el que el territorio de las Provincias Unidas del Río de
La Plata estaba signado por las guerras de la independencia, las disputas con países
limítrofes y las guerras civiles que disputaban el modo en que debía
constituirse el Estado, la Nación y el gobierno de los nuevos países.
En concordancia a la generación del 37 (de las que
formaban parte Esteban Echevarría, Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi
y su admirado Domingo Faustino Sarmiento, entre otros) defendía las ideas de emancipación,
republicanismo, ilustración, progreso, soberanía del pueblo y progreso. Impulsó
por ello el abandono de las formas opresivas como la esclavitud y el racismo,
luchó infatigablemente contra los prejuicios y la intolerancia y por la
necesidad de superar las convenciones sociales coloniales, familiares y
religiosas que atentaban contra las libertades civiles y de conciencia de la
mujer. El espacio femenino de entonces había estado constituido por el
escenario doméstico; la igualdad de capacidades y oportunidades y el derecho a la
realización personal de las mujeres estaban excluidos del discurso público.
Manso lo introdujo y apuntó al fortalecimiento de la individualidad de la mujer,
con participación en el campo intelectual, laboral, educacional y social.
Afirmó de manera contundente “Todos mis esfuerzos serán consagrados a la ilustración de mis
compatriotas, y tenderán a un único propósito: Emanciparlas de las
preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su
inteligencia, enajenando su libertad y hasta su conciencia, a autoridades
arbitrarias, en oposición a la naturaleza misma de las cosas. Quiero y he de
probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo, o un defecto,
un crimen, o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su
virtud y de la felicidad doméstica.”
Su feminismo liberal tronaba y removía el subsuelo.
No era la suya una mirada acotada, criticaba ya en pleno S.XIX lo que hoy
llaman la cosificación de la mujer y quería
asegurar los derechos civiles de ellas, de trabajar, contratar y disponer del
fruto de su trabajo:
“Por qué
reducirla al estado de hembra cuya única misión es perpetuar la raza?...
Por qué
cerrarles las veredas de la ciencia, de las artes, de la industria, y así hasta
la del trabajo, no dejándoles otro pan que el de la miseria, o el otro mil
veces horrible de la infamia?
…Todo le
quitáis a la mujer! Todo lo que puede caber en la misión grandiosa de la
inteligencia, donde toman parte la sensibilidad y la voluntad libre. Pero le
halagáis su vanidad, le excitáis el amor al lujo, a los dijes, a los tocados;
ciegos idólatras de su belleza sois el incentivo funesto de la corrupción,
porque si no sabe lo que es su alma, qué le importa a la mujer venderla por un
puñado de alfileres de oro?...”
En 1859 conoció a Domingo Faustino Sarmiento, con
quien compartió las ideas sobre la escuela pública y mixta. Cuando él fundó la
Escuela de Ambos Sexos Nº 1 la nombró directora y apoyó la redacción de los
Anales de la Educación desde donde Juana Manso difundió las ideas sarmientinas
y los nuevos planes de enseñanza. En ellos postuló el aprendizaje basado en la
observación y la reflexión, el metodismo, el respeto a las necesidades y grados de maduración
del niño.
Se impuso así contra los maestros que defendían los
métodos de la disciplina rígida y que “la
letra con sangre entra”. Juana creía que las escuelas debían ser lugares
alegres, luminosos y limpios. Que al niño había que despertarle el interés por
aprender a través del buen trato, del ejemplo, del juego. Sarmiento dijo de
ella "Juana Manso es la única de su
sexo que ha comprendido que bajo el humilde empleo del maestro está el
sacerdocio de la libertad y la civilización..."
En medio de críticas duras por sus ideas, Juana
Manso inauguró con mucha dificultad un espacio decididamente ajeno a la época:
la conferencia. Mediante ellas se dirigió principalmente al público femenino
con el propósito de dar a conocer sus ideas sobre política y religiosidad,
hecho que generó acusaciones e irritación inusitadas. Las conferencias para
maestras destinadas a la profesionalización de la docencia no corrieron mejor
suerte. Las clases consistían en lecturas y ejercicios para la instrucción en
diversas materias pero la reacción ante ellas terminó con un pedido a la
autoridad educativa para que sean suspendidas acusando de inmorales las clases
de gimnasia que Manso intentaba introducir.
Sarmiento, con motivo de alentarla le expresó en una carta: “Son las lecturas las que irritan. Es la
primera vez que se introduce la práctica de hablar en público sobre cualquier
materia. Sólo el púlpito estuvo en poder de esa prerrogativa. Hoy lo está el
pensamiento”.
Más no se quedó allí y dirigió y publico anales y
revistas, escribió y tradujo novelas, compendios de Historia Argentina, fundó
bibliotecas y jardines de infantes, organizó escuelas parroquiales llevando las
nuevas ideas educacionales,
redactó un periódico de mujeres donde expuso sus ideas de igualdad de
la mujer, y como broche de oro, hasta le organizó la campaña presidencial a
Sarmiento!!! Una verdadera hacedora, tal vez más que su amigo Domingo Faustino,
a quién dejaba estupefacto, de quién sentía una honda admiración diciendo que
era "el hombre más capaz".
Su obra incansable y su tenacidad la llevaron a tener
que escuchar epítetos de toda monta. Hombres y mujeres, dirigentes políticos y religiosos,
diarios, publicaciones llovieron contra ella y sus nuevas ideas.
Enferma y en la pobreza, muere sin honores en 1875. Por entonces y aun enferma
seguía enseñando a leer y a escribir a los niños que vivían en su humilde
barrio. Se había convertido al protestantismo y, antes de morir, le pidieron
que renegase de su fè para poder ser enterrada en el cementerio local. Se
permitió su última rebeldía y no lo hizo. Finalmente fue enterrada en el cementerio
inglés, con la siguiente leyenda: “Aquí
yace una argentina que, en medio de la noche de la indiferencia que envolvía a
la patria, prefirió ser enterrada entre extranjeros antes que profanar el
santuario de su conciencia”.
En su oración fúnebre al despedir sus restos Juana Manuela Gorriti expresó "Juana
Manso gloria de la educación, sin ella nosotros seríamos sumisas, analfabetas,
postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza
la valentía de la mujer, ella es, sin duda, una mujer".
En 1915, sus
restos fueron depositados en el Panteón del Magisterio, en el cementerio de la
Chacarita.