domingo, 16 de marzo de 2014

Empresarios y prebendarios







Entre el socialismo de estado y el capitalismo laissez faire existen una multitud de sistemas híbridos que van tomando distintas molduras de acuerdo a las particularidades de la ingeniería política local. Los sistemas de concesión y la forma de entender los servicios públicos van variando de acuerdo a las experiencias, los intereses y las ideas del momento.


En el caso particular de Argentina, la legendaria “patria contratista” ejerce su soberanía en los hechos hace casi una centena. Grupos de grandes empresas proveedoras del Estado monopolizan y usufructúan los beneficios de los grandes contratos estatales y de los mega-subsidios “generosamente” otorgados por los presupuestos gubernamentales, protegidos siempre por la sombra del poder político.


Explica el tributarista Antonio Margariti que existen dos tipos de capitalismo. Uno prebendario, clientelar y de fuerte arraigo en el arribismo y el amiguismo político y otro ètico y competitivo que depende de la pasión creadora de individuos emprendedores, que se animan a arriesgarse bajo su propio esfuerzo, a competir, a crear riquezas y puestos de trabajo, sin privilegios estatales ni favores políticos y pese a la enorme inseguridad jurídica.


Curiosamente –explica Margariti- este capitalismo prebendario no sólo está integrado por capitalistas sino también por sindicalistas, políticos y dirigentes civiles que generan un círculo vicioso de complicidad y connivencia política. Ellos llegan al poder por la concesión o el favor del poder político de turno, sienten animadversión por la competencia y subsisten con medidas proteccionistas.


Viven básicamente de subsidios, del presupuesto público y de gobiernos que crean mercados cautivos y monopolios artificiales para beneficio de unos pocos perseguidores de privilegios que responden luego con retornos y dinero en la campaña. De allí el temor a opinar de estos “empresarios”, su ausencia de juicio crítico y la obsecuencia demostrada con actitudes indecorosas que solo buscan la caja. Dispensas, permisos, favores, ayudas, subsidios y exenciones constituyen los ingredientes esenciales de este pacto espurio entre capitalismo prebendario y poder político.


Éste  “empresario exitoso”, favorecido con privilegios oficiales, no necesita de esfuerzos ni méritos, tan sólo la audacia de conseguir las influencias oficiales correctas.
El caso de ERSA en la ciudad de Corrientes es un caso típico de empresa que crece gracias a las licitaciones de privilegio. Desde hace mas de 15 años, se ha encargado de hacer persistir sus trazas monopólicas, exenciones impositivas, subsidios estatales y cláusulas proteccionistas absurdas que impiden la competencia con otras posibles prestatarias de otros lugares.


El resultado de este tipo de capitalismo son empresas deficitarias, con empresarios opulentos y servicios rezagados. Resulta de esto que el concesionario no depende ni responde al usuario, sino al Estado que le brinda subsidios y privilegios y resulta su principal fuente de ganancia.


Un capitalismo competitivo y transparente, con un marco legal transparente y estable, adaptado a las condiciones sociales, en cambio, permitiría la competencia y el acceso a distintos precios y servicios robusteciendo el poder decisivo del consumidor.



Pero mientras subsista este sistema de empresas depredadoras de subsidios y acumuladoras de favores monopólicos, el transporte público en Corrientes seguirá siendo deficitario y terminará colapsando por su propio peso y contradicción, a la espera de una reforma sustancial.

domingo, 9 de marzo de 2014

Rescatando a Juana Manso

Rodéame la indiferencia y persisto;
brisas glaciales se ciernen sobre mi cabeza y persisto;
acaso la perseverancia de un apostolado que se desecha por inútil
será la sola memoria que dejaré a mi patria

Juana Paula Manso








Hay personas que sientan y siembran las ideas. Cavan en el duro terruño de la tradición, remueven su fondo e injertan las semillas de la civilización, la igualdad y libertad. En tiempos donde era un dogma que la mujer debía ser sumisa, estar bajo la autoridad del padre primero y del marido después, Juana Manso (1819 - 1875) hace retumbar  los cimientos coloniales que aún sostenían la cultura de la Argentina independiente.


Educadora, escritora, traductora, periodista, maestra y precursora del feminismo en Argentina, Uruguay y Brasil. Su vida atravesó el período en el que el territorio de las Provincias Unidas del Río de La Plata estaba signado por las guerras de la independencia, las disputas con países limítrofes y las guerras civiles que disputaban el modo en que debía constituirse el Estado, la Nación y el gobierno de los nuevos países.


En concordancia a la generación del 37 (de las que formaban parte Esteban Echevarría, Juan María Gutiérrez, Juan Bautista Alberdi y su admirado Domingo Faustino Sarmiento, entre otros) defendía las ideas de emancipación, republicanismo, ilustración, progreso, soberanía del pueblo y progreso. Impulsó por ello el abandono de las formas opresivas como la esclavitud y el racismo, luchó infatigablemente contra los prejuicios y la intolerancia y por la necesidad de superar las convenciones sociales coloniales, familiares y religiosas que atentaban contra las libertades civiles y de conciencia de la mujer. El espacio femenino de entonces había estado constituido por el escenario doméstico; la igualdad de capacidades y oportunidades y el derecho a la realización personal de las mujeres estaban excluidos del discurso público. Manso lo introdujo y apuntó al fortalecimiento de la individualidad de la mujer, con participación en el campo intelectual, laboral, educacional y social.


Afirmó de manera contundente “Todos mis esfuerzos serán consagrados a la ilustración de mis compatriotas, y tenderán a un único propósito: Emanciparlas de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su inteligencia, enajenando su libertad y hasta su conciencia, a autoridades arbitrarias, en oposición a la naturaleza misma de las cosas. Quiero y he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo, o un defecto, un crimen, o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud y de la felicidad doméstica.”


Su feminismo liberal tronaba y removía el subsuelo. No era la suya una mirada acotada, criticaba ya en pleno S.XIX lo que hoy llaman la cosificación de la mujer  y quería asegurar los derechos civiles de ellas, de trabajar, contratar y disponer del fruto de su trabajo:


“Por qué reducirla al estado de hembra cuya única misión es perpetuar la raza?...
Por qué cerrarles las veredas de la ciencia, de las artes, de la industria, y así hasta la del trabajo, no dejándoles otro pan que el de la miseria, o el otro mil veces horrible de la infamia?

…Todo le quitáis a la mujer! Todo lo que puede caber en la misión grandiosa de la inteligencia, donde toman parte la sensibilidad y la voluntad libre. Pero le halagáis su vanidad, le excitáis el amor al lujo, a los dijes, a los tocados; ciegos idólatras de su belleza sois el incentivo funesto de la corrupción, porque si no sabe lo que es su alma, qué le importa a la mujer venderla por un puñado de alfileres de oro?...”


En 1859 conoció a Domingo Faustino Sarmiento, con quien compartió las ideas sobre la escuela pública y mixta. Cuando él fundó la Escuela de Ambos Sexos Nº 1 la nombró directora y apoyó la redacción de los Anales de la Educación desde donde Juana Manso difundió las ideas sarmientinas y los nuevos planes de enseñanza. En ellos postuló el aprendizaje basado en la observación y la reflexión, el metodismo, el respeto a las necesidades y grados de maduración del niño.


Se impuso así contra los maestros que defendían los métodos de la disciplina rígida y que “la letra con sangre entra”. Juana creía que las escuelas debían ser lugares alegres, luminosos y limpios. Que al niño había que despertarle el interés por aprender a través del buen trato, del ejemplo, del juego. Sarmiento dijo de ella "Juana Manso es la única de su sexo que ha comprendido que bajo el humilde empleo del maestro está el sacerdocio de la libertad y la civilización..."


En medio de críticas duras por sus ideas, Juana Manso inauguró con mucha dificultad un espacio decididamente ajeno a la época: la conferencia. Mediante ellas se dirigió principalmente al público femenino con el propósito de dar a conocer sus ideas sobre política y religiosidad, hecho que generó acusaciones e irritación inusitadas. Las conferencias para maestras destinadas a la profesionalización de la docencia no corrieron mejor suerte. Las clases consistían en lecturas y ejercicios para la instrucción en diversas materias pero la reacción ante ellas terminó con un pedido a la autoridad educativa para que sean suspendidas acusando de inmorales las clases de gimnasia que Manso intentaba introducir.  Sarmiento, con motivo de alentarla le expresó en una carta: “Son las lecturas las que irritan. Es la primera vez que se introduce la práctica de hablar en público sobre cualquier materia. Sólo el púlpito estuvo en poder de esa prerrogativa. Hoy lo está el pensamiento”.


Más no se quedó allí y dirigió y publico anales y revistas, escribió y tradujo novelas, compendios de Historia Argentina, fundó bibliotecas y jardines de infantes, organizó escuelas parroquiales llevando las nuevas ideas educacionales, redactó un periódico de mujeres donde expuso sus ideas de igualdad de la mujer, y como broche de oro, hasta le organizó la campaña presidencial a Sarmiento!!! Una verdadera hacedora, tal vez más que su amigo Domingo Faustino, a quién dejaba estupefacto, de quién sentía una honda admiración diciendo que era "el hombre más capaz".


Su obra incansable y su tenacidad la llevaron a tener que escuchar epítetos de toda monta. Hombres y mujeres, dirigentes políticos y religiosos, diarios, publicaciones llovieron contra ella y sus nuevas ideas.


Enferma y en la pobreza, muere sin honores en 1875.  Por entonces y aun enferma seguía enseñando a leer y a escribir a los niños que vivían en su humilde barrio. Se había convertido al protestantismo y, antes de morir, le pidieron que renegase de su fè para poder ser enterrada en el cementerio local. Se permitió su última rebeldía y no lo hizo. Finalmente fue  enterrada en el cementerio inglés, con la siguiente leyenda: “Aquí yace una argentina que, en medio de la noche de la indiferencia que envolvía a la patria, prefirió ser enterrada entre extranjeros antes que profanar el santuario de su conciencia”.


En su oración fúnebre al despedir sus restos Juana Manuela Gorriti expresó "Juana Manso gloria de la educación, sin ella nosotros seríamos sumisas, analfabetas, postergadas, desairadas. Ella es el ejemplo, la virtud y el honor que ensalza la valentía de la mujer, ella es, sin duda, una mujer".


En 1915, sus restos fueron depositados en el Panteón del Magisterio, en el cementerio de la Chacarita.



domingo, 2 de marzo de 2014

12 años de esclavitud

Sueño que un día, 
en las rojas colinas de Georgia, 
los hijos de los antiguos esclavos 
y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, 
se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad

Martin Luther King







Solomon Northup, hijo de esclavos emancipados en el Norte, fue un hombre libre que vivía con su esposa y tres hijos en Nueva York. Aunque no gozaba de los mismos derechos que los blancos (los negros no podían votar), tenía formación de músico y su familia vivía decentemente. Sin embargo, sus desgracias comenzaron cuando en 1841, 20 años antes de la guerra de secesión, se dejó timar por dos blancos que lo llevaron hasta Washington, donde la esclavitud era legal, con la promesa de que lo contratarían para tocar el violín en un circo itinerante. En realidad era una trampa para venderlo como esclavo y trasladarlo al Sur, donde pasó de ser un individuo libre a un animal encadenado y sujeto a los arbitrarios castigos de sus dueños. De esa terrible experiencia, de la que Northup milagrosamente sobrevivió y pudo escapar gracias a la gestión de un canadiense que supo de su caso y alertó a su familia en el Norte, pudo recuperar su libertad.


La película dirigida por Steve McQueen, basada en hechos reales y en la novela autobiográfica del mismo título, “12 años de esclavitud”, no ahorra al espectador en ningún momento ser testigo de primera fila del dolor y el terror al que se ve sometido el protagonista, alejado cruelmente de sus seres queridos, apaleado y torturado física y psicológicamente sin piedad por sus captores y la mayoría de aquellos que pasan a considerarse sus amos y dueños absolutos de su vida.





Luego de estos episodios, Northup escribió el libro que fue bestseller en su época. Más no se quedó allí y su labor de concientización de los crímenes que se cometían contra los negros fue más allá: se unió a los abolicionistas y a la red clandestina Underground Railroad que ayudaba a los esclavos fugitivos. Eran pioneros del movimiento de lucha civil que mucho después logró acabar parcialmente con la segregación racial.


Lo novedoso de ésta película es que se centra en el problema de la esclavitud, en su moralidad, en la lucha entre la justicia y la legalidad, y no solamente en la formación de una cultura “negra” independiente como nos tienen acostumbrados los amigos de Hollywood al tocar esta problemática.


Como bien señala el historiador norteamericano Edmund Morgan, haciendo énfasis en las ideas de libertad que se suceden a la separación de Gran Bretaña, como colonos del imperio los norteamericanos libres aceptaron el control limitado de sus actividades. No obstante, cuando disolvieron la conexión y basaron su gobierno en el consentimiento de los gobernados, abrieron las puertas a una libertad más amplia de lo que percibieron en aquel momento. Reconocieron la evidente contradicción entre la proclamación de la igualdad y la libertad y el hecho de continuar poseyendo esclavos (blancos y negros) y esperaban resolverla en algún momento indeterminado del futuro. En última instancia, se necesitó una guerra civil.


Y se necesitó una guerra porque esclavitud y libertad son opuestos irreconciliables. Ciertos estudios han sostenido que el triunfo de los afroamericanos en mantener una vida propia ha redundado en el reconocimiento de que la esclavitud era entonces una relación negociada. Si bien la esclavitud nunca fue tan absoluta como los esclavistas y propietarios de esclavos reclamaron que fuera, las relaciones negociadas entre amo y esclavo jamás, naturalmente, se habían acercado a una relación entre iguales. El esclavo podía sacar provecho de su conducta creando situaciones que estaban más allá del control del amo y que disminuían el trabajo, otros conseguían su libertad luego de largos años de “trabajo”, incluso es posible que algunos hayan tenido privilegios y estatus, pero en ningún tiempo ha existido un estado intermedio entre la esclavitud y la libertad, ni un conjunto de pasos preestablecidos que llevara progresivamente hacia ella.




Morgan, en su “Esclavitud y libertad en los Estados Unidos” encontrará la génesis del problema en el pasado colonial de Virginia, la más antigua y rica colonia inglesa de América, donde el cultivo del tabaco en grandes plantaciones sometió a sirvientes blancos y a esclavos africanos al mismo régimen opresivo. La primera reacción colectiva contra éste régimen provino de los blancos pobres, quienes en 1676 encabezaron una violenta rebelión.


Consecutivamente, la ampliación de esclavos permitió suplir a los sirvientes blancos en las plantaciones. A la sazón el racismo, basado en la arrogancia y la autoimpuesta superioridad racial, emergió como la ideología política unificadora de las elites y los blancos pobres para garantizar la paz social. A la esclavitud africana se opuso, desde comienzos del S.XVIII, la libertad de los blancos, miembros exclusivos y solidarios de una república racialmente homogénea. Para Morgan esta solución política inaugurada por la elite de Virginia madurará en el S.XIX, en el racismo popular, que subsistirá en USA hasta mediados del S.XX.



En definitiva, si de algo sirve la película de Mc Queen, es sin dudas para advertirnos la importancia de no olvidar lo que ha sido el tortuoso camino de los derechos civiles.