Cuando Sayyid Qutb, uno de los principales referentes del
fundamentalismo islámico en el S.XX, visitó USA quedó "horrorizado"
de que los adolescentes bailaran entre ellos, del cosmopolitismo y del
hedonismo que representaba la sociedad occidental.
A su vuelta a Egipto lanzó su cruzada de
"limpieza" de la sociedad musulmana de cualquier influencia
occidental, declaró apóstatas a los musulmanes contemporáneos que aplicasen
leyes seculares y laicas en lugar de la Sharia, y lanzó el movimiento que luego
desembocaría en los Hermanos Musulmanes y nutriría ideológicamente a grupos
como Al Qaeda y el Ejército Islámico.
Mucho antes de que Samuel Huntington hiciera popular su
tesis sobre el choque de las civilizaciones, fue el propio Qutb quien postuló
que era inevitable una confrontación y que las invasiones, el apoyo a
dictadores, y el ejercicio del poder imperial, eran apenas un motivo secundario
de su acción: el verdadero motivo de su cruzada era la Yihad y la imposición de
la Sharia en todo el orbe mundial.
Despreciaba de modo especial “la potestad legislativa que el
hombre se ha arrrogado a sí mismo”. El ser humano y la sociedad debían regirse
por la Sharia, y por lo tanto la ley musulmana era la única fuente de derecho legítima, ya que sus
mandatos no proceden del hombre, sino de Dios [Allah].
Muchos analistas, en una paradójica interpretación
eurocentrista, ven en estos atentados en Francia que conmocionaron al mundo los
últimos días una "respuesta antiimperialista" y de "lucha revolucionaria" contra las diversas intervenciones
en Medio Oriente, trasladando conceptos occidentales [tesis imperialista] a
sociedades tradicionales que no solo execran de Occidente, sino que basan su acción en patrones religiosos y socioteológicos ¿O acaso lo que moviliza
a los bombarderos suicidas son valores seculares y no religiosos?
Y es que el integrismo musulmán no busca, en palabras del
propio ayatolá Jomeini, “hacer bajar el precio del melón”. Su intención no es
meramente hacer que EE.UU. deje de intervenir en Medio Oriente y que los
barrios marginados de Francia tengan mejores condiciones sociales. Su objetivo
profundo es hacer desaparecer los valores propios de Occidente y la Ilustración
que aborrecen: aborrecen a Occidente por invadir Irak, tanto como a Hollywood
por invitar al hedonismo y como a Darwin por negar que Dios creó al hombre de
arcilla.
Naturalmente que es difícil de comprender desde sociedades
laicas y secularizadas como las nuestras, como opera la concepción de lo
sagrado en sociedades tradicionales y nos lleva a proyectar nuestras propias
concepciones a marcos socio-culturales diferentes. Por eso, desconocer y negar que
estamos ante un “choque” o “conflicto” de civilizaciones (que no significa ni
exige guerra necesariamente como creen algunos) y que existen diferencias culturales que entran en conflicto solo
consigue que nos equivoquemos de diagnóstico y de terapia.
Como sostenía el historiador Fernand Braudel “En lo que atañe a cualquiera
que esté interesado en el mundo contemporáneo, y más aún, incluso, con respecto
a cualquiera que desee actuar dentro de él, "compensa" saber cómo
distinguir, en el mapa del mundo, las civilizaciones hoy existentes, ser capaz
de definir sus fronteras, sus centros y periferias, sus esferas de influencia y
el aire que allí se respira, las "formas" generales y particulares
que existen y se asocian dentro de ellas. De otro modo, ¡qué errores de perspectiva
tan garrafales y catastróficos se podrían cometer!”.
No obstante, en el actual escenario resulta necesario también diferenciar al EI
[Estado islámico] de los Estados y Monarquías teocráticas de la región que también luchan contra ellos. Si bien
Irán, Siria, Arabia Saudita, etc., tienen leyes vinculadas a la Sharia
(lapidaciones, ejecuciones públicas sin juicio, discriminación brutal a las
mujeres y a las minorías étnicas y religiosas) mantienen un mínimo de
estabilidad en la región, pueden otorgar una pequeña apertura a Occidente, lo que
permite la posibilidad de cambios modernizantes en el largo plazo, y al menos están
inscritas en el concierto internacional. Con el Estado Islámico, en cambio,
nada de eso es posible. El EI se autoproclama un Califato, no reconoce ninguna
frontera en el concierto internacional, y la declaración de la Yihad es
innegociable y sin treguas: no hay ninguna posibilidad de diálogo y acercamiento con ellos.
Por supuesto, seleccionar el mal menor y trazar una estrategia común de lucha contra el ISIS y aliarse para ello con los Estados del Medio Oriente no nos debe conducir
al fatalismo de dejar las cosas como están y aceptar las violaciones
sistemáticas a los derechos humanos en nombre del multiculturalismo. Así como en Siria, Assad es el mal menor,
pero puede incentivarse alguna alternativa para salir también de ese brutal
dictador; en Arabia Saudita, se puede buscar la modificación del status quo
sin que eso se materialice en la llegada al poder de grupos como el Estado
Islámico.
Deberemos ser prudentes también y evitar caer en las acusaciones
absurdas basadas en conspiraciones ridículas. EEUU es tan responsable indirectamente
de la creación de éstos grupos radicalizados por desestabilizar la zona en el
pasado y dejar vacíos de poder en la región para ser llenados por grupos como
Al Qaeda o El, como Al Assad por ser el principal consumidor del petróleo
producido en las zonas controladas por el Estado Islámico. Éste cínico juego de
alianzas que se repiten (como el de USA en el pasado con Bin Laden para
combatir a los soviéticos) genera también confusión y diluye la posibilidad de
una estrategia unificada.
Sin dudas que la alianza militar coordinada es urgente y
necesaria, pero no es suficiente. En el corto plazo evitar una tercera guerra
mundial dependerá de que los líderes mundiales acepten la naturaleza actual de
la política global multipolar, y cooperen para su mantenimiento;
pero en el largo plazo la salida es una sola: Ilustración, ilustración y más
ilustración. Poder lograr en Medio Oriente en algún plazo razonable el respeto a la libertad, la democracia y la
tolerancia que a Occidente le costó siglos de guerras y sufrimientos.