domingo, 23 de febrero de 2014

Y al final ¿Que es ser fascista?

"Bajo el pretexto de que el poder ha sido dado a la nación,
se ha puesto a la nación en manos del poder"
Bertrand de Jouvenel






La liviandad con que regularmente se usa el término “fascista” es natural cuando se viven climas de furibunda violencia. Resulta difícil contemplar con distanciamiento científico a unas fuerzas que promovieron un desastre histórico a escala mundial, y que juegan en su interpretación su carga peyorativa y su uso político. Los hechos acontecidos en Venezuela los últimos días han llevado a que oficialismo y oposición en Venezuela, y en los países vecinos, se proliferaran acusaciones mutuas de fascismo. Por ello pretendemos aquí solamente acercar algunas notas de las características comunes de estados y movimientos fascistas, sin tratar de describir las características exclusivas de cada grupo. Es decir, enfocarnos en el sentido analógico del fascismo y no en su sentido estricto-histórico.


El concepto de fascismo es tal vez uno de los más ambiguos de la teoría política y la extensión de este adjetivo ha introducido tanta confusión como claridad, pues lo que el concepto ha ganado en amplitud lo ha perdido rápidamente en precisión. Por eso es que podemos identificar  en cada movimiento algunas características que estarán ausentes en otras. Podemos agregar que en líneas generales que “el fascismo -dirá Norberto Bobbio- es un sistema político que trata de llevar a cabo un encuadramiento unitario de una sociedad en crisis dentro de una dimensión dinámica y trágica promoviendo la movilización de masas por medio de la identificación de las reivindicaciones sociales con las reivindicaciones nacionales”.


En definitiva, el término de fascista no se utiliza sólo porque sea el convencional, sino porque el movimiento italiano fue la primera fuerza considerable que exhibió esas características (o por lo menos casi todas ellas) como un nuevo tipo, y durante mucho tiempo fue el más influyente ideológicamente.


Más allá de las interpretaciones sobre su origen, que de por sí son variadas, Stanley Paine hace una descripción tipológica general:

A. Las Negaciones Fascistas:

 ü  Antiliberalismo

 ü  Anticomunismo

 ü  Anticonservadurismo (aunque en el entendimiento de que los grupos fascistas estaban dispuestos a concretar alianzas temporales con grupos de cualquier otro sector)

B. Ideología y objetivos

 ü  Creación de un nuevo Estado nacionalista autoritario, no basado únicamente en principios ni modelos tradicionales.

 ü  Organización de algún tipo nuevo de estructura económica nacional integrada, regulada y dirigista.

 ü  Cambio radical en la relación de la nación con otras potencias.

 ü  Defensa específica de un credo idealista y voluntarista, que normalmente implicaba una tentativa de realizar una nueva forma de cultura autodeterminada.

C. Estilo y Organización:

 ü  Importancia de la estructura estética de los mítines, los símbolos y la coreografía política, con insistencia en los aspectos románticos y místicos.

 ü  Tentativa de movilización de las masas, con militarización de las relaciones y el estilo políticos y con el objetivo de una milicia de masas del partido.

 ü  Evaluación positiva y uso de la violencia, o disposición al uso de ésta.

 ü  Visión orgánica de la sociedad.

 ü  Exaltación de la juventud sobre las otras fases de la vida, con hincapié en el conflicto entre generaciones, por lo menos al efectuar la transformación política inicial.

 ü  Tendencia específica a un estilo de mando personal, autoritario y carismático, tanto si al principio el mando es en cierta medida electivo como si no lo es.


Otra enumeración didáctica, aunque polémica y con verdadero sesgo militante, es la de Umberto Eco en su artículo sobre “El Fascismo eterno” en sus “Cinco escritos morales”. Señala allí que  “A pesar de esta confusión, considero que es posible indicar una lista de características típicas de lo que me gustaría denominar «Ur-Fascismo», o «fascismo eterno». Tales características no pueden quedar encuadradas en un sistema; muchas se contradicen entre sí, y son típicas de otras formas de despotismo o fanatismo, pero basta con que una de ellas esté presente para hacer coagular una nebulosa fascista.”


 ü  Culto de la tradición, de la revelación recibida en el alba de la historia nacional. Los fascismos reivindican próceres y edades históricas con la cual se identifican.

 ü  Rechazo del modernismo. El rechazo del mundo moderno se camufla como condena de la forma de vida capitalista, pero concierne principalmente a la repulsa del espíritu de las revoluciones francesa y norteamericana. La Ilustración, la edad de la Razón, se ven como el principio de la depravación moderna.

 ü  Culto de la acción por la acción. Según Emilio Gentile, en el fascismo, se sacraliza la política y su primado se impone sobre cualquier otro aspecto de la vida individual o colectiva. La acción es bella de por sí y, por lo tanto, debe actuarse antes de, y sin reflexión alguna. Pensar es una forma de castración. Por eso la cultura es sospechosa en la medida en que se identifica con actitudes críticas. Desde la declaración atribuida a Goebbels (“Cuando oigo la palabra Cultura, hecho mano a la pistola”) hasta el uso frecuente de expresiones como “cerdos intelectuales”, “estudiante cabrón, trabaja de peón”, “muera la inteligencia”, “universidad, guarida de comunistas”, la sospecha hacia el mundo intelectual ha sido siempre un síntoma de Ur-Fascismo.

 ü  Rechazo del pensamiento crítico. El espíritu crítico opera distinciones, y distinguir es señal de modernidad. Para el Ur-Fascismo, el desacuerdo es traición.

 ü  Miedo a la diferencia. El primer llamamiento de un movimiento fascista, o prematuramente fascista, es contra los intrusos (léase extranjeros). El Ur-Fascismo es, pues, racista/xenófobo por definición.

 ü  El Ur-Fascismo surge de la frustración individual o social. Esto explica por qué una de las características típicas de los fascismos históricos ha sido el llamamiento a las clases medias frustradas, desazonadas por alguna crisis económica o humillación política, asustadas por la presión de grupos sociales subalternos.

 ü  Nacionalismo y xenofobia. Obsesión por el complot. A los que carecen de una identidad social cualquiera, el Ur-fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país. Este es el origen de los nacionalismo. Además, los únicos que pueden ofrecer una identidad a la nación son los enemigos. De esta forma, en la raíz de la sicología Ur-fascista está la obsesión por el complot, sea internacional o interior. Los adictos deben sentirse asediados. La manera más fácil de hacer que asome un complot es apelar a la xenofobia.

 ü  Envidia y miedo al “enemigo”. Los partidarios deben sentirse humillados por la riqueza ostentada y la fuerza del enemigo. Los partidarios, con todo, deberán estar convencidos de que pueden derrotar al enemigo. Así, gracias a un continuo salto de registro retórico, los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles.

 ü  Principio de guerra permanente. Para el Ur-Fascismo no hay lucha por la vida, sino más bien “vida para la lucha”. El pacifismo es entonces colusión con el enemigo; el pacifismo es malo porque la vida es una guerra permanente.

 ü  Elitismo, desprecio por los débiles. El Ur-Fascismo no puede evitar predicar un “elitismo popular”. Cada ciudadano pertenece al mejor pueblo del mundo, los miembros del partido son los ciudadanos mejores, cada ciudadano puede (o debería) convertirse en miembro del partido. Pero no puede haber patricios sin plebeyos. Puesto que el grupo está organizado jerárquicamente (según modelo militar), todo líder subordinado desprecia a sus subalternos, y ellos a su vez desprecian a sus inferiores. Todo esto refuerza el sentido de un elitismo de masa.

 ü  Heroísmo, culto a la muerte, a la épica. En esta perspectiva, cada uno está educado para convertirse en héroe. En todas las mitologías, el «héroe» es un ser excepcional, pero en la ideología Ur-Fascista el heroísmo y el culto a la muerte es la norma.

 ü  Puesto que tanto la guerra permanente como el heroísmo son juegos difíciles de jugar, el Ur-Fascista transfiere su voluntad de poder a cuestiones sexuales. Éste es el origen del machismo (que implica desdén hacia las mujeres y una condena intolerante de costumbres sexuales no conformistas, desde la castidad hasta la homosexualidad). Y dado que el sexo es también un juego difícil de jugar, el héroe Ur-Fascista jugará con las armas, que son su Erzatz fálico: sus juegos de guerra se deben a una invidia penis permanente.

 ü  Populismo cualitativo. En una democracia los ciudadanos gozan de derechos individuales, pero el conjunto de los ciudadanos sólo está dotado de un impacto político desde el punto de vista cuantitativo (se siguen las decisiones de la mayoría). Para el Ur-Fascismo los individuos como tales no tienen derecho, y el “pueblo” se concibe como una cualidad, una entidad monolítica que expresa la “voluntad común”. Puesto que ninguna cantidad de seres humanos puede poseer una voluntad común, el líder pretende ser su intérprete. Habiendo perdido su poder de mandato, los ciudadanos no actúan, son llamados sólo para desempeñar el papel de pueblo. En razón de su populismo cualitativo, el Ur-Fascismo debe oponerse a los "podridos" gobiernos parlamentarios. Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la “voz del pueblo”, podemos percibir olor de Ur-Fascismo. Así expresaba Mussolini: “El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista, el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.”

 ü  Neolengua. La ficción de Orwell  se torna realidad en las diversas formas de dictaduras. Todos los textos escolares nazis o fascistas se basaban en un léxico pobre y en una sintaxis elemental, con la finalidad de emular al líder y limitar los instrumentos para el razonamiento complejo y crítico. No obstante advierte Eco, debemos estar preparados para identificar otras formas modernas de neo habla.



El fascismo en su sentido analógico fue siempre una ideología antiliberal y populista bastante elástica, que acusa la presencia de una familia de posiciones generales que están presentes en diferentes corrientes. “Nuestro deber es desenmascararlo”, advierte Eco, “y apuntar con el índice sobre cada una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo”.


Tal vez una de las grandes advertencias que nos dejó el S.XX es a no relativizar la democracia a un mero régimen electoral. La democracia moderna es regla de mayoría, división horizontal de poderes y derechos básicos inviolables. Son las tres columnas que protegen a los ciudadanos del despotismo autoritario y tienen la misma prelación y jerarquía. Donde falte uno de ellos se da entrada a un estado de excepción, quedando el ciudadano librado a la ley del mas fuerte. Los conceptos de dictadura, fascismo, bonapartismo, han tenido diversas interpretaciones a lo largo del tiempo y muchas veces son abiertos e imprecisos.  Pero donde impere la bota militar, el sable y la pistola, donde la razón de estado se impone a la condición humana y se descerrajan y anulan derechos básicos, donde se vulnera la libertad de expresión, de reunión y asociación, se militariza a la sociedad, se penaliza la disidencia política y se conculcan derechos y conquista sociales; No tenga miedo de apuntar: allí se está incubando la tentación totalitaria, acechando, esperando el momento para devorar definitivamente la libertad, allí está la sombra del fascismo y la dictadura, aunque se vote y haya elecciones.

La película "La Ola", es una didáctica parábola del fascismo. Sinopsis: Alemania hoy. Durante la semana de proyectos, al profesor de instituto Rainer Wenger (Jürgen Vogel) se le ocurre la idea de un experimento que explique a sus alumnos cuál es el funcionamiento de los gobiernos totalitarios. Comienza así un experimento que acabará con resultados trágicos.
 En apenas unos días, lo que comienza con una serie de ideas inocuas como la disciplina y el sentimiento de comunidad se va convirtiendo en un movimiento real: LA OLA. Al tercer día, los alumnos comienza a aislarse y amenazarse entre sí. Cuando el conflicto finalmente rompe en violencia durante un partido de water polo, el profesor decide no seguir con el experimento, pero para entonces es demasiado tarde, LA OLA se ha descontrolado...

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